En mi corazón de hombre todavía resuenan los ecos de lo que anduve, de lo que fue, fui, fuimos…, hace millones de años.
Hay recuerdos entre mis células de otros paisajes, de otras costumbres, de otros apetitos, recuerdos de nubes, de gotas de lluvia a la intemperie, de polvo de senderos vírgenes, de extrañas palabras, de caza y de guerra, de pedernales afilados, de atenta observación de las manadas de herbívoros, de búsqueda de refugio, de peligro, de afilados dientes, de zarpas que desgarran, de carreras huyendo de los predadores, de carreras persiguiendo a una presa, de peleas letales contra los otros, de festejos en torno a la hoguera, de chispas que iluminan otras caras, de metales golpeándose, de amores furiosos, de deseo incontenible,…
…De historias que viajan en la sangre, de mitos enroscados entre los racimos de neuronas…
En mi corazón hay un barullo de todo lo que fue y ya no es, de todo lo que aconteció y no volverá. Todas esas sombras pretéritas e indefinidas han construido lo que ahora soy, y las honro, agradezco aquellos alimentos que han mantenido viva la llama de mi especie, de mi familia, de mi gente.
Ando desorientado entre lo que fue y que ahora ya no encuentra acomodo y lo que, incipiente, todavía no es y busca sitio, poder expresarse en una lengua aún por construir.
El nuevo lienzo de la vida, hecho de retales de antiguas epopeyas, ya tiene una paleta llena de sorprendentes colores disponibles para el artista que habita en mí y que, entre el quiero y no puedo, se abre paso a un nuevo amanecer.
Solo sé que he de hacer un viaje hacía mí mismo, bucear en mi cuerpo entre la materia y la energía, hablar con mi espíritu que solo es un matiz del Gran Espíritu y aprender a pintar nuevos paisajes con nuevos colores en mi interior y ocupar mi lugar en este nuevo mundo, por dentro y por fuera.
Mi corazón late a veces curioso ante lo desconocido, a veces temeroso de perder la seguridad de lo conocido. Esa seguridad cómoda de otear siempre el mismo horizonte se transforma en frustración, en melancolía de
un tiempo que no volverá y que quizás solo fue un sueño y nunca existió.
He de sacar de mi corazón de cazador, de mi alma de guerrero, el deseo de aventura y lanzarme a explorar esos nuevos paisajes con estrategias aún no experimentadas, yendo desde el no se al tesoro de lo por conocer. Descubrirme, transformándome ante los retos y el sentimiento de adversidad, que solo es un incentivo para mi crecimiento, para viajar hacia mi auténtica naturaleza, transmutándome en una nueva criatura del nuevo mundo, donde nuestros límites ya no son las fronteras, el idioma, el color de la piel, el sexo, la religión o cualquier otra creencia que se nos pueda ocurrir. Ahora desde esa nueva seguridad que no tiene barreras, que emerge de mí, del núcleo de mi ser, puedo cooperar, compartir, tolerar, sentir al otr@, comunicarme, amar sin trabas…
Ahora puedo entender que la libertad que siempre he anhelado, ese estado de expansión infinita que late desde mi corazón y que siempre fue como una intuición sin forma, solo la puedo lograr:
Siendo uno y siendo con otros
Y una voz grita en mi interior:
¡! Encuéntrate, estas ahí ¡!
Cubierto de sensaciones, emociones y pensamientos, cubierto de historia, de polvo de los caminos…
Estas ahí, entre latido y latido…
Esperándome
Te quiero amado mío
Soy Yo, estoy contigo, estoy en ti.
Francisco Sánchez Molinero
9 de mayo de 2021